Estructura del sistema educativo nacional.
Entre los indicadores utilizados con más frecuencia
para explorar la relación entre la demanda
y la oferta de servicios en un sistema
educativo determinado destacan las tasas de
cobertura.
El uso de este indicador se remonta a los primeros ejercicios de planeación sistémica en el sector educativo de alcance nacional, en los años cincuenta y sesenta. Asimismo, fue incluido desde los primeros catálogos de estadística educativa de organismos multilaterales tales como la unesco, la ocde y el Banco Mundial (Muñoz Izquierdo, 1973; Rodríguez Gómez, 1989). Entre las razones que justifican el uso generalizado de las tasas de cobertura en los estudios sobre el desempeño de los sistemas educativos sobresale la facilidad de su construcción, a partir de datos agregados generalmente disponibles en los registros de estadísticas nacionales, como es el caso de las estadísticas sobre población (censos y proyecciones demográficas), así como la información acerca de la matrícula existente en los distintos niveles del sistema educativo.
Además, las tasas de cobertura son comparables entre los niveles del sistema, entre los ámbitos territoriales de referencia y aun entre países, siempre y cuando se satisfagan los requisitos metodológicos mínimos de su construcción.
No sobra decir, sin embargo, que el indicador presenta varios problemas de interpretación, siendo el más importante de ellos el de confundir la noción de cobertura con las de inclusión o participación de los estudiantes en el sistema escolar.
En efecto, la tasa bruta de cobertura (tbc) expresa la relación cuantitativa entre la población escolar total de un nivel educativo determinado, independientemente de la edad de los individuos matriculados (numerador) y la población total que integra el grupo de edad al que teóricamente corresponde ese nivel (denominador).
El indicador generalmente se expresa como un porcentaje y se interpreta en términos de la capacidad del sistema educativo para matricular alumnos en un nivel educativo específico. Por lo tanto, la tbc es fundamentalmente una comparación de magnitudes (matrícula entre población) y no, en sentido estricto, una medida de inclusión.
Altos niveles de cobertura bruta pueden ser alcanzados en condiciones en que la matrícula escolar está compuesta, además de la población escolar dentro de la edad típica del nivel, por conjuntos estudiantiles fuera de la edad correspondiente. Tales conjuntos pertenecen, por lo común, a alumnos de ingreso prematuro o tardío, estudiantes repetidores o estudiantes que retornan a la escuela tras un lapso de abandono. Aunque el fenómeno de la extraedad está generalizado en todos los niveles educativos, en la educación después del ciclo básico es más acentuado, y por lo tanto su impacto es mayor en el indicador de cobertura bruta (Gil Antón et al., 2009).
Según datos de la Secretaría de Educación Pú- blica (sep), la tbc por nivel alcanzó, en el ciclo 2011-2012, los siguiente valores relativos: 83.0% en preescolar, 102.8% en primaria, 96.8% en secundaria, 69.3% en media superior y 32.8% en la educación superior (cuadro 1). En todos los niveles escolares que integran el Sistema Educativo Nacional se observa una tendencia creciente en el indicador de cobertura bruta. Las tasas correspondientes a la educación básica obligatoria se aproximan a un escenario de cobertura universal; en tanto que los datos para la educación media superior y superior expresan la persistencia, en ambos casos, de un déficit educativo importante.
El uso de este indicador se remonta a los primeros ejercicios de planeación sistémica en el sector educativo de alcance nacional, en los años cincuenta y sesenta. Asimismo, fue incluido desde los primeros catálogos de estadística educativa de organismos multilaterales tales como la unesco, la ocde y el Banco Mundial (Muñoz Izquierdo, 1973; Rodríguez Gómez, 1989). Entre las razones que justifican el uso generalizado de las tasas de cobertura en los estudios sobre el desempeño de los sistemas educativos sobresale la facilidad de su construcción, a partir de datos agregados generalmente disponibles en los registros de estadísticas nacionales, como es el caso de las estadísticas sobre población (censos y proyecciones demográficas), así como la información acerca de la matrícula existente en los distintos niveles del sistema educativo.
Además, las tasas de cobertura son comparables entre los niveles del sistema, entre los ámbitos territoriales de referencia y aun entre países, siempre y cuando se satisfagan los requisitos metodológicos mínimos de su construcción.
No sobra decir, sin embargo, que el indicador presenta varios problemas de interpretación, siendo el más importante de ellos el de confundir la noción de cobertura con las de inclusión o participación de los estudiantes en el sistema escolar.
En efecto, la tasa bruta de cobertura (tbc) expresa la relación cuantitativa entre la población escolar total de un nivel educativo determinado, independientemente de la edad de los individuos matriculados (numerador) y la población total que integra el grupo de edad al que teóricamente corresponde ese nivel (denominador).
El indicador generalmente se expresa como un porcentaje y se interpreta en términos de la capacidad del sistema educativo para matricular alumnos en un nivel educativo específico. Por lo tanto, la tbc es fundamentalmente una comparación de magnitudes (matrícula entre población) y no, en sentido estricto, una medida de inclusión.
Altos niveles de cobertura bruta pueden ser alcanzados en condiciones en que la matrícula escolar está compuesta, además de la población escolar dentro de la edad típica del nivel, por conjuntos estudiantiles fuera de la edad correspondiente. Tales conjuntos pertenecen, por lo común, a alumnos de ingreso prematuro o tardío, estudiantes repetidores o estudiantes que retornan a la escuela tras un lapso de abandono. Aunque el fenómeno de la extraedad está generalizado en todos los niveles educativos, en la educación después del ciclo básico es más acentuado, y por lo tanto su impacto es mayor en el indicador de cobertura bruta (Gil Antón et al., 2009).
Según datos de la Secretaría de Educación Pú- blica (sep), la tbc por nivel alcanzó, en el ciclo 2011-2012, los siguiente valores relativos: 83.0% en preescolar, 102.8% en primaria, 96.8% en secundaria, 69.3% en media superior y 32.8% en la educación superior (cuadro 1). En todos los niveles escolares que integran el Sistema Educativo Nacional se observa una tendencia creciente en el indicador de cobertura bruta. Las tasas correspondientes a la educación básica obligatoria se aproximan a un escenario de cobertura universal; en tanto que los datos para la educación media superior y superior expresan la persistencia, en ambos casos, de un déficit educativo importante.
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