Desarrollo motor
El desarrollo motor puede dividirse en
dos categorías generales. La primera incluye la locomoción y el desarrollo
postural que concierne al control del tronco del cuerpo y la
coordinación de brazos y pies, para moverse. La segunda categoría es la presión, habilidad para usar las manos
como instrumentos para cosas tales como comer, construir y explorar. La
adquisición de estas capacidades motoras proporciona a los bebés infinitamente
más opciones para actuar sobre su mundo.
Algunos hitos del desarrollo motor (en
edades seleccionadas) son:
Principios y secuencia en el desarrollo
motor
La actividad no se desarrolla en
una secuencia casual, bien al contrario, la progresión obedece a dos principios
generales. El primero indica que tiende a realizarse en una dirección próximo distal, es decir, las partes
más próximas al centro el cuerpo quedan bajo control antes que las que están
más lejos. La adquisición de la habilidad de usar brazos, manos y dedos
proporciona un buen ejemplo. Aunque la mayoría de los movimientos de sus brazos
parecen fortuitos, dirige algunos de ellos hacia los objetos. La progresión en
las habilidades locomotrices en la infancia refleja una creciente
temporización, equilibrio y coordinación.El segundo principio es que el control
sobre todo el cuerpo se desarrolla en una dirección céfalo caudal, o de cabeza a pies.
Maduración y experiencia en la
aparición de la capacidad motriz
Como la habilidad motriz surge en una secuencia
bastante predecible y en tiempos predecibles, podríamos suponer que estas
habilidades están genéticamente programadas. Y una vez más, el entorno puede
desempeñar un papel, animando al niño a desarrollar una capacidad en un momento
concreto.
En el desarrollo motor aunque la práctica es
importante, los bebés de todas las culturas conocidas alcanzan los hitos
principales dentro de un margen de edad que abarca sólo unos pocos meses. Todos
los bebés normales caminan, y todos los bebés normales cogen los objetos casi
de la misma manera. Cómo nos movemos y cómo manipulamos los objetos refleja en
parte el cómo está hecho nuestro cuerpo, nuestra dotación genética, pues,
establece las etapas y nos prepara para diversos logros (estos logros se
realizan por medio de interacciones con un mundo real de acontecimientos y
objetos).
Implicaciones psicológicas del desarrollo motor
Por medio del desarrollo motor el bebé controla su
cuerpo, que, a su vez, utiliza como una herramienta. Una vez que es capaz de
coger los objetos que las personas ponen en su mano, el bebé se convierte en
suficientemente coordinado y es finalmente dueño de su propia experiencia. La
hazaña de este dominio a veces parece un fin en sí mismo. El bebé que no camina
y que ha pasado meses viendo a las personas moverse de acá para allá sobre sus
pies, sonríe con júbilo después de dar sus primeros pasos, como dijera “. Yo
también puedo hacerlo”. Aunque aprender a moverse, no es sólo un logro motor
para los bebés; también les ayuda a organizar su mundo (Bushnell y Boudreau,
1993) y a la apreciación del significado de distancia y altura. (Cuando los
bebés pueden controlar su proximidad respecto a quienes lo cuidan, utilizan sus
habilidades motrices para la exploración).
El desarrollo motor más allá de la infancia
Hacia su segundo cumpleaños, la mayoría de los
niños han superado su batalla contra la gravedad y el equilibrio, y son capaces
de moverse y de manejar objetos bastante eficazmente. Aparecen tres conjuntos
de capacidades de movimiento fundamentales:
·
Los movimientos locomotores: incluyen caminar,
correr, saltar, brincar, dar pequeños saltos y subir.
·
Los movimientos de manipulación: incluyen coger,
dar patadas, lanzar, golpear y regatear.
·
Los movimientos de estabilidad: implican el control
del cuerpo relativo a la gravedad, incluye inclinarse, estirarse, girarse,
balancearse, dar vueltas, regatear, sostenerse sobre la cabeza y caminar por
una tabla.
Estas capacidades fundamentales aparecen
generalmente en todos los niños y son más pulidas en los adolescentes que
desarrollan habilidades atléticas excepcionales. Dichas capacidades de
movimiento se desarrollan a través de tres etapas. En la primera, el niño
intente ejecutar el modelo de movimiento. El segundo, el niño dispone de un
mayor control sobre los movimientos requeridos pero aún no todos encajan juntos
en un modelo integrado. Y en la tercera, todos los componentes están bien
integrados en un acto coordinado y determinado.
El refinamiento de las capacidades motrices depende
en gran medida del desarrollo de los músculos y los nervios que controlan, pero
también son importantes otros factores, como puede ser las capacidades
sensoriales y perceptivas: los niños adquieren muchas de sus capacidades
motrices en el juego, lo que implica interacción social y física. Otro aspecto
importante de las capacidades motrices es el tiempo de reacción (tiempo
requerido para que el estímulo externo ponga en funcionamiento los nervios que
llevan la información, para que el individuo tome una decisión, y para que el
cerebro active los músculos a través de los nervios de salida).
Control de la cabeza
Al nacer, la mayoría de los neonatos pueden voltear
la cabeza de un lado a otro mientras están acostados sobre sus espaldas. Cuando
están boca abajo, muchos pueden levantar la cabeza lo suficiente como para
voltearla. Dentro de dos o tres primeros meses, cada vez pueden levantarla más;
hacia el cuarto mes mantienen la cabeza erguida.
Control de las manos
Los recién nacidos nacen con el reflejo de agarre.
Si se golpea con suavidad la palma de la mano de un infante; el bebé la cierra
de manera automática con fuerza.
Locomoción
Después de tres meses, el infante promedio comienza
a rodar a propósito.
Los bebés se sientan, al levantarse por su propia
cuenta desde una posición boca abajo o dejándose caer estando de pie. El bebé
promedio puede sentarse si apoyo alrededor del quinto mes o sexto mes y puede
sentarse sin ayuda dos meses después.
Hacia el sexto mes, la mayoría de los bebés
comienzan a desplazarse por su propia cuenta.
Durante el segundo años los niños comienzan a subir
escalones uno a la vez, pero como antes de esto pueden subir gateando y caerse.
Primero ponen un pie y después el otro en el mismo escalón, antes de pasar a
otro más arriba; después alternarán los pies. Más adelante aprenderán a bajar.
En el segundo año, los caminadores correrán y saltarán; al tratar de mantenerse
con ellos, los padres terminarán exhaustos. A la edad de tres años, la mayoría
de los niños pueden mantener el equilibrio en un pie durante un instante y
algunos comenzarán a saltar en un pie.
Influencias del ambiente en el desarrollo motor
Todas las destrezas como: sentarse, pararse y
caminar, se presentan bajo un patrón predeterminado y los niños deben alcanzar
cierto nivel de madurez psicológica antes de poder hacerlo. Sin embargo, el
ambiente también desempeña un papel importante.
Esto sugeriría que la experiencia tiene una parte
importante en el desarrollo motor.
Diferencias interculturales
Los bebés de diferentes sociedades se desarrollan
de acuerdo con diversos patrones.
Los bebés africanos de piel negra tienden a ser más
avanzados que sus similares de piel blanca en el desarrollo de destrezas de
motricidad gruesa como pararse y caminar, mientras que los bebés asiáticos
están preparados para presentar un desarrollo más lento en estas destrezas.
Algunas de estas diferencias pueden estar relacionadas con el temperamento. Los
bebés asiáticos tienden a ser más dóciles, lo que explica el porqué manifiestan
una respuesta más relajada cuando se les pone un trozo de tela sobre la nariz y
porqué también tienen menos probabilidad de interesarse en explorar desplazarse
lejos de sus padres (Kaplan y Dove, 1987).
Diferentes culturas animan a sus niños a
desarrollarse a lo largo de líneas variadas.
Cómo puede el ambiente retrasar el desarrollo
Cuando los niños están bien nutridos, reciben
atención médica adecuada, disfrutan de libertad física y tienen la oportunidad
de poner en práctica sus destrezas motrices, probablemente su desarrollo moto
es normal. Un ambiente demasiado deficiente en alguna de estas áreas puede
retardar el desarrollo motor de manera significativa.
El ambiente tiene que ver con el desarrollo motor,
y entre más deficiente sea, mayor puede ser su efecto.
¿Se puede acelerar el desarrollo motor?
Aunque algunos experimentos clásicos a corto plazo
demostraron la importancia de la maduración para el desarrollo motor, los
estudios iraníes descritos antes y algunos interesantes experimentos recientes
también señalan hacia el rol de la experiencia.
·
Investigación clásica. Arnold Gesell
en un famoso experimento concluyó que “la poderosa influencia de la maduración
sobre los patrones de comportamiento de los infantes es clara”. Los niños
parecen desempeñarse en ciertas actividades cuando están listos al nivel de
maduración.
·
Investigación más
reciente. Investigaciones más recientes indican que el entrenamiento a corto plazo
de infantes en ciertas actividades motrices puede influir en el desarrollo
temprano con lo cual se demuestra el impacto del ambiente.
Los efectos de largo alcance del desarrollo motor
Los bebés cuando comienzan a desplazarse por sus
propios medios, después de estar siempre en brazos de alguien o en un coche, se
sienten como un conductor que se fija de las marcas en la carretera y es
consciente de giros que nunca habí observado como pasajero. Al llegar al sitio
por su propia cuenta, se siente más familiarizado con la ruta de lo que estuvo
al comienzo. El surgimiento de la “autolocomoción” es un punto de cambio en la
segunda mitad del primer año de vida, que influye en todas las áreas del
desarrollo: física, cognoscitiva y emocional.
Cómo influye el
desarrollo motor en la percepción
Si un niño no reconoce la cara de su madre antes de
los cuatro meses de edad, no es porque tenga algún problema en su relación con su
madre, sino porque la visión no es suficientemente buena antes de ese tiempo.
Al igual que si un sujeto no puede gatear antes de los ocho meses, no es porque
estuviera confinada sino porque sus músculos y su coordinación no están lo
bastante bien desarrollados (Bushnell y Boudreau, 1993). Una vez que se
alcanzan estos niveles físicos, entonces se convierten en un “hecho de base”
(Bertenthal, Campos y Barrett, 1984). Es decir, aumenta la probabilidad de
otros nuevos avances para el bebé.
Percepción háptica
Sólo hasta que los bebés han logrado suficiente
coordinación ojo-mano para
alcanzar objetos, es cuando desarrollan la percepción háptica. Ésta es la capacidad para adquirir
información acerca de objetos que manipulan en oposición a cuando los observan.
Cuando los bebés pueden realizar varios movimientos de mano, pueden percibir
deferentes propiedades de los objetos. Desde los tres meses de edad, los
infantes pueden percibir temperatura, tamaño y, quizá, dureza. Entre los cuatro
y diez meses, hacen movimientos repetitivos con los dedos y la mano, rascan,
frotan, sacuden la mano, golpean, aprietan y toman objetos para después
pasarlos de una mano a la otra. Ahora comienzan a percibir textura y peso.
Hacia el final del primer año, cuando tienen suficiente fuerza como para
sentarse sin apoyarse con una mano, pueden emplear ambas manos de manera
compleja, lo cual les permite tomar conciencia de las formas. Así la capacidad
para percibir estas características está limitada por el nivel de su desarrollo
motor (Bushnell y Boudreau, 1993).
Percepción de la profundidad
El desarrollo motor también influye en la percepción de la profundidad, la
capacidad para percibir objetos y superficies en tres dimensiones. La
profundidad se perciba mediante la imagen de un objeto sobre la retina. Las claves cinéticas dependen del cambio
en esta imagen con movimiento, bien sea de la persona o de lo que ella esté
mirando, y los demás deben saber cuál se está moviendo. Para determinarlo, un
bebé debe sostener su cabeza por un momento. Así, un bebé necesita tener
suficiente control sobre la cabeza para poder moverla y sostenerla. Esta
capacidad queda bien establecida hacia el tercer mes. Las claves binoculares para la
profundidad están presentes alrededor del quinto mes. Algunas veces entre el
quinto y séptimo mes, los bebés responden a las claves monoculares estáticas, que se encuentran en la imagen
sobre la retina de un solo ojo. Estas claves incluyen el tamaño relativo, y
deferencias de textura y sombra. Para juzgar la profundidad con estas claves,
los bebés tienen que saber sobre tamaño real y otras propiedades. Esta
información puede obtenerse al manipular objetos y con la percepción háptica
resultante (Bushnell y Boudreau, 1993).
El impacto de gatear
Entre los siete y los nueve meses de edad, los
bebés presentan grandes cambios: comienzan a entender conceptos como “cerca” y
“lejos”, dependiendo de qué distancia están los objetos a su alrededor, les
ayuda a trasladarse por su propia cuenta y también a aprender a juzgar
distancia y percibir la profundidad.
La capacidad para trasladarse de un sitio a otro
también tiene implicaciones sociales. Por un lado, los bebés gateadores parecen
estar en mejor capacidad de diferenciarse a sí mismos del resto del mundo.
Como puede verse, el desarrollo motor puede tener
efectos de largo alcance para ayudar a los bebés e hijos en la etapa de los
primeros pasos nunca se están quietos, pero incluso estas activas personitas
tienen que dormir, algunos más que otros.
Rasgos evolutivos
A los 2 años puede considerársele un preescolar.
Está saliendo de la infancia. Conserva aún cierto tambaleo residual en la
marcha y pasa más de la mitad de las 24 horas del día durmiendo. Pero está
comenzando a usar palabras para comunicarse y es capaz de satisfacer, al menos
durante períodos limitados, las exigencias del ambiente de la escuela nursery.
Manifiesta poseer un sentido rudimentario de la existencia de otras personas,
rasgo que se hace bien definida a los 3 años.
El niño de 2 años está todavía perfeccionando los
aspectos fundamentales de locomoción y control postural. Se deleita corriendo,
a causa de que es una nueva habilidad formativa. Es un corredor; prefiere la
novedad de correr a la marcha. Habitualmente corre sin caer, pero le llevará
todo un año más aprender a disminuir la velocidad, detenerse súbitamente y dar
bien la vuelta en los ángulos muy agudos. Posee, con todo, suficiente
inhibición y responsabilidad social como para permanecer sentado toda la
duración del examen. Requiere tiempo adquirir el equilibrio motor y la
conformidad social que caracterizan al niño de 3 años.
La coordinación manual fina continúa progresando
velozmente. Las habilidades motoras finas de los niños preescolares incluyen un
mayor grado de coordinación de músculos pequeños y entre ojo y mano. Al tener
bajo control los músculos pequeños, los niños ganan un sentido de competencia e
independencia porque pueden hacer muchas cosas, como comer o vestirse por sí
mismos, para comer, ya que un niño de 2 años puede sostener un vaso con una
mano y puede ponerse ropas sencillas.
En diferencia con las habilidades motoras gruesas,
los preescolares de entre 2 y 5 años hacen progresos importantes en el
desarrollo motor. Con huesos y músculos más fuertes, mayor capacidad pulmonar y
mejor coordinación neuromuscular entre brazos, piernas, sentidos y el sistema
nervioso central, muestran una mayor habilidad y dominio del cuerpo en la
realización de proezas físicas que antes lea habría resultado imposible.
El dominio de las relaciones espaciales depende de
la organización de aquellas neuronas que rigen el complicado sistema muscular
que actúa en ojos, manos y dedos. El niño tiene dominio de la dimensión
vertical y horizontal, comprobado en la realización de distintas pruebas, sin
embargo, aún no tiene dominio de la dimensión oblicua, aún lejos de su alcance.
A los 2 años se halla todavía muy limitado en el espacio.
El problema evolutivo del niño de 2 años es
concebir un espacio dotado de formas, pero suficientemente libre del contenido
masivo como para ser utilizado, ágilmente, por el pensamiento adaptativo.
El período de los 2-3 años es, por ello,
eminentemente un período de transición durante el cual se desprende de la
jerga, nombra objetos y dibujos, usa los pronombres y atiende a órdenes
sencillas. Tiene más capacidad para quitar, arrebatar, patear, que para
“dar-y-tomar”, y esto por razones de inmadurez evolutiva. Su forma de abrazar
es tan desmesurada como la forma que tiene de abrazar es tan desmesurada como
la forma que tiene de empujar. No sabe cómo pedir ayuda, se halla en el umbral
del logro de tales disociaciones sociales.
El detalle de los modos de conducta personal-social
está determinado por el ambiente; pero las fuerzas impulsoras, formativas, son
de origen constitucional. Por ello, hasta los acontecimientos cotidianos del
comportamiento hogareño sirven como indicadores de la madurez evolutiva del
niño.
objetivos e instrumentos
Existen una serie de pruebas o escalas para
determinar el desarrollo motor de un niño. Para ello se llevan acabo pruebas de
habilidades motoras finas y gruesas según la dificultad del sujeto.
Entre ellas podemos destacar algunas de las
habilidades motoras que podrían ser evaluadas para determinar dicho desarrollo.
Dichas pruebas están divididas en habilidades motoras gruesas y finas:
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